Entrevista Víctor Torres

Entrevista Víctor Torres

«Pistolo: vida y miserias de un mal soldado» aborda el tema militar desde una perspectiva humorística. ¿Qué te motivó a escribir esta historia y qué mensaje esperas transmitir a los lectores?

La cultura de defensa es una de las grandes asignaturas pendientes de España. Muy poca gente sabe qué hace un militar en su día a día y la respuesta por parte de los grandes estamentos suele dividirse en dos vertientes antagónicas: por un lado, tenemos el secretismo, tratar de hablar lo mínimo posible del trabajo desempeñado por nuestros hombres de uniforme; por el otro, tenemos la desacertada promoción intentando “actualizar” la imagen de las Fuerzas Armadas con actuaciones, imágenes o vídeos cuyo contenido por lo general hace más en contra que a favor de su imagen.

Ante esa situación, y siempre desde la más absoluta humildad, decidí aportar mi granito de arena en defensa de nuestro Ejército. Un breve anecdotario, escrito en clave de humor, pensado para acercar el oficio de las armas a los ciudadanos de forma amena, ligera, fresca y, sobre todo, sin las limitaciones impuestas por el estar aún en activo.

A mi parecer, es lo mínimo que podía hacer por una vida que disfruté tantísimo.

La vida militar es el telón de fondo de tu obra. ¿Qué tipo de investigación realizaste para garantizar la autenticidad de los detalles y las situaciones que describes?

Hombre, igual los seis años que me pasé en Montaña me ayudaron a documentarme un poco (risas). Al ser un anecdotario, sólo tuve que recordar. Lo cual es fácil, dado que no sólo fueron los mejores años de mi vida, sino que el Ejército tiene la virtud de grabarte a fuego tus mejores (y peores) momentos para toda la vida.

Si te acercas a un hombre de más de cincuenta años y le preguntas por su servicio militar obligatorio (la famosa “mili”) te podrá explicar con todo lujo de detalle anécdotas vividas hace treinta años como si le acabasen de pasar.

Esa es una de las magias de la milicia.

El protagonista, Víctor Torres, se une al Regimiento de Cazadores de Montaña Arapiles 62. ¿Cómo te inspiraste para desarrollar los personajes y las situaciones que enfrenta en su servicio militar?

La verdad es que llamarte como el protagonista y haber vivido su misma vida ayuda mucho (risas).

El libro se presenta como un anecdotario militar benéfico para ayudar a los huérfanos del Ejército de Tierra. ¿Cómo surgió la idea de destinar parte de las ganancias a esta causa?

Un apunte importante: la íntegra totalidad de las regalías (los beneficios) de Pistolo van al Patronato de Huérfanos del Ejército de Tierra. De mi bolsillo han ido los costes de promoción, desplazamientos, estancias, presentaciones…

Aclarado esto, el libro no se llama “vida y miserias de un mal soldado” por casualidad. Una de las cosas que tiene el Ejército es que fomenta la excelencia, buscar en todo momento ser el mejor soldado de tu pelotón, convertir a tu Pelotón en el mejor de la Sección, tu sección en la mejor de la Compañía, la compañía en la mejor del Batallón. Esta competitividad tiene su parte positiva, la mejora constante y la cultura del esfuerzo, pero también deja una leve, levísima, pero permanente sensación de que no has hecho todo lo que podías hacer por España.

Este libro no deja de ser un ajuste de cuentas con España. No fui el mejor soldado del mundo, ni siquiera me considero un buen soldado, pero incluso desde fuera sigo haciendo lo que puedo por mi país.

A lo largo de los veinte capítulos, exploras diversas situaciones que van desde sobrevivir a una ventisca hasta atravesar un desierto sin suministros. ¿Cómo equilibraste el humor con la seriedad de estas situaciones?

Una de las muchísimas cosas buenas del Ejército, especialmente el servicio en unidades operativas, es que te ayuda a ver la vida desde otro punto de vista. En mi caso, al ser Montañero, acabas entendiendo que el sufrimiento es temporal, la muerte es una cosa natural y que nadie le gana a la Montaña.

Cuando ves lo diminuto que eres frente a un alud, las alucinaciones que vienen con la deshidratación, el calor que da la hipotermia… Pues te das cuenta de que nada es tan serio como parece y que la mejor forma de tomarse la vida es con sentido del humor, no tomarte en serio más de una o dos cosas (familia, Patria…) y verlas venir con una sonrisa en los labios por mal que pinte todo.

Siempre puedes reírte de algo, porque al final la vida va de lo que va y no saldrás vivo de ella.

¿Cuál fue tu proceso de escritura para estructurar el libro en pequeñas historias autoconclusivas? ¿Tuviste alguna estrategia particular para mantener el interés del lector en cada anécdota?

Mi idea fue hacer el anecdotario lo más ameno posible, así que el formato más eficiente era hacerlo así, en historias cortas que pudiesen leerse por libre. Me ayudó bastante tener como referencia el divertidísimo “Guerra Mundial Zeta” de Max Brooks.

Si te fijas, Pistolo sigue una estructura muy parecida: historias cortas que, en conjunto, cuentan una historia más grande gracias a seguir un orden cronológico manteniéndose fresco en todo momento porque presenta personajes nuevos e interesantes cada pocas páginas.

¿Qué aspectos de la vida militar consideras más importantes para transmitir a través de tu obra?

Los valores militares. Eso es vital. El libro va de eso, aunque lo camufle con chistes y situaciones inverosímiles. Valores militares. Disciplina, camaradería, esfuerzo, sacrificio, estoicismo, valor…

Lo que más necesita España ahora mismo y, sin embargo, escasea como nunca.

¿Cómo describirías la experiencia de crear personajes únicos como la cabo Cuero, el soldado Sonrisas, el legionario Madera o el teniente Lobo?

Fue mejor experiencia conocerlos y vivir con ellos estos seis maravillosos años de servicio a España. Todos los personajes del libro son personas reales, con sus más y sus menos, pero reales a fin de cuentas. A veces he utilizado un par de personas para crear un personaje a fin de evitar sobrecargar el libro de gente, pero los que nombras son genuinos, pura milicia en estado puro.

La mayoría de ellos siguen en activo. Hablo de vez en cuando con el Teniente Lobo, que ya es Capitán y debe andar de camino a Comandante. El soldado Sonrisas es Sargento, la cabo Cuero cumplió su sueño de ser mamá…

A Madera le perdí la pista cuando se volvió a la Legión, pero supongo que estará muerto o haciendo de las suyas, cualquiera de las dos (risas)

¿Cuál fue el mayor desafío que enfrentaste durante la escritura de «Pistolo: vida y miserias de un mal soldado» y cómo lo superaste?

Escribir es fácil, lo puede hacer cualquiera. Todo se basa en construir una buena estructura, hacer una escaleta, dividirlo todo en sesiones de escritura y no salirte del plan.

El que no escribe un libro es porque no quiere. O es incapaz de organizarse y carece de la disciplina de seguir con el plan.

Para finalizar ¿algo que quieras decir?

¿Decir? Quiero decir muchas cosas:

Que España es el mejor puto país del mundo por más que nos lo quieran hundir.

Que debemos defender la Patria hasta las últimas consecuencias.

Que la sociedad necesita más valores militares y menos ingeniería social.

Animar a todos tus lectores a tener hijos, la paternidad es lo mejor que les va a pasar en la vida y los críos son una bendición de Dios.

Y, por supuesto, ¡Viva España, hostias!

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