Entrevista Domingo Alberto Martínez

- La incursión en los libros es algo que suele marcar a los escritores. ¿Puedes contarnos cuándo fue tu primer encuentro con los libros?
- ¿Cómo se te ocurrió ese curioso título para Un ciervo en la carretera?
- ¿Qué es lo que te resulta más complicado a la hora de escribir?
- ¿Qué influencia tienen los autores clásicos en tus escritos?
- ¿Tu formación en filología te ha ayudado a la hora de plantear tus trabajos?
- ¿Cómo fue tu experiencia con el premio Setenil?
- ¿Qué es lo mejor que te ha aportado la literatura?
- ¿Tienes algún ritual para escribir?
- ¿Tienes algún proyecto entre manos?
- Para finalizar, ¿algo que quieras añadir?
La incursión en los libros es algo que suele marcar a los escritores. ¿Puedes contarnos cuándo fue tu primer encuentro con los libros?
La verdad es que casi antes de aprender a leer me recuerdo con un libro entre las manos; puede que fueran los fascículos de El libro gordo de Petete que me compraba mi abuela en el kiosco. Mi encuentro con la literatura fue visual. Descubrí las letras a través de las viñetas de los tebeos. Y sin salir del kiosco, que era nuestra librería y nuestra primera escuela en los años 80, casi un caravasar de las mil y una noches, seguí con los tebeos de Don Miki, Superlópez, Mortadelo y Filemón…
¿Cómo se te ocurrió ese curioso título para Un ciervo en la carretera?
Buscar un título para una novela es relativamente sencillo. Para un libro que reúne una veintena de relatos, cada uno de una extensión distinta (los hay desde un par de líneas hasta casi 40 páginas), ambientados en un determinado momento histórico o en la actualidad, con personajes conocidos y la mayoría inventados, no es tarea fácil. Un día se me ocurrió esa imagen del ciervo adulto, orgulloso, con una gran cornamenta, que sale del bosque y se detiene en medio de la carretera. Me gustó porque respondía en gran medida a lo que yo trato de lograr con los relatos: textos hermosos, bien trabajados, como la figura del ciervo, que sugieran a la vez una cierta incertidumbre, la misma impresión que buscaba provocar en el lector para que no dejara de leer. Porque, ¿qué le ocurre a un ciervo en medio de una carretera? Puede atropellarlo un coche, puede dispararle un cazador desde la espesura o puede retomar el camino y, sin más, perderse de nuevo en el bosque.
¿Qué es lo que te resulta más complicado a la hora de escribir?
Las dificultades son el mejor acicate para aprender, al menos en mi caso. Uno de mis caballos de batalla siempre ha sido la extensión. Estoy acostumbrado a la novela, por formación y gusto, y me cuesta mucho ser conciso, reducir lo que escribo. De hecho, me reconozco novelista antes que cuentista, e incluso como cuentista tiendo al relato largo. Nunca había escrito microrrelatos hasta los que aparecen en Un ciervo en la carretera, y para muchos lectores fueron precisamente esos microrrelatos lo que más les sorprendió de la obra. Después de publicar la antología, me he empezado a sentir cómodo también en las pequeñas distancias. He ganado concursos del género y mi próxima obra va a ser precisamente un libro de microrrelatos: Esto no es una novela.
¿Qué influencia tienen los autores clásicos en tus escritos?
Un autor tiene que vivir al día, no puede escribir ni con las estructuras ni con el lenguaje del siglo pasado, ni siquiera con los de hace 20 años. Ha de estar al tanto del lenguaje de la calle, de cómo escriben sus contemporáneos, e incluso aprender de otros lenguajes como las series o el cine, incluso los grafitis, ¿por qué no? Dicho esto, tengo que reconocer que siento una devoción especial por los maestros clásicos, incluso los más antiguos, y que hay pocas cosas con las que disfrute más que con una edición crítica aderezada con un extenso prólogo que diseccione al autor y su época y la obra que voy a leer. La buena literatura, el arte en general, son intemporales.
¿Tu formación en filología te ha ayudado a la hora de plantear tus trabajos?
Mi formación en Filología Hispánica me descubrió autores y obras que desconocía o que apenas había leído, me dio claves para comprenderlos y me enseñó a utilizar herramientas que, de no haber estudiado la carrera, quizá ahora no figurarían en mi haber. De esa época guardo también algo no menos valioso: la amistad de un puñado de maestros y compañeros.
¿Cómo fue tu experiencia con el premio Setenil?
Cualquier premio es una satisfacción muy grande, desde el primero que gané con una novela hace ya muchos años, hasta el último, recientemente, por un microrrelato. Tengo que reconocer que el premio Setenil fue inesperado; que Un ciervo en la carretera fuera seleccionado entre autores tan importantes del panorama literario y que se colara entre las editoriales más conocidas, que fuera elegido como uno de los mejores libros de relatos publicados ese año en España, fue un verdadero orgullo y un estímulo para seguir trabajando e intentar hacerlo un poquito mejor la siguiente vez.
¿Qué es lo mejor que te ha aportado la literatura?
Como lector, la literatura te abre una infinidad de mundos posibles. Es una amiga fiel y constante, una maestra para la vida. Neruda escribió que «Muere lentamente quien no viaja, quien no lee, quien no escucha música», y George R. R. Martin que un «lector vive mil vidas antes de morir, el que no lee solo vive una». No puedo estar más de acuerdo. Como escritor, además de la satisfacción que te da cualquier creación intelectual o artística, la literatura me ha permitido conocer a mucha gente, otros escritores e infinidad de lectores, cuyas opiniones valoro y me gusta escuchar, y de cuya agudeza me nutro y aprendo.
¿Tienes algún ritual para escribir?
Hay unos escritores más maniáticos que otros, que necesitan una determinada atmósfera, música relajante, un lugar concreto o un momento determinado del día para ponerse a escribir. Yo, por mi parte, soy de ese sector de la profesión que trabaja casi podría decirse que en horario de oficina. Quizá por falta de tiempo, por el trabajo y las horas que les dedico a mis hijos, que generalmente me vuelven un poco loco pero con los que también disfruto muchísimo (es otra forma de creación, casi como modelar arcilla… aunque una arcilla gritona, todo hay que decirlo), por todas estas causas me he acostumbrado a escribir casi en cualquier parte, en la biblioteca, en el tren, en un bar, con ruido alrededor y continuas interrupciones. En el mejor de los mundos posibles, desde luego, elijo escribir en mi despacho, con tranquilidad y sobre todo por las mañanas, cuando tengo la mente descansada y las ideas fluyen más fácilmente.
¿Tienes algún proyecto entre manos?
Por suerte, no puedo quejarme de no tener ideas; otra cosa es el tiempo. Como decía antes, esta primavera publicaré un nuevo libro de relatos, Esto no es una novela, 101 microrrelatos acompañados de una selección de grabados de época con el sello de la editorial West Indies. Y en cuanto a novelas, acabo de ponerle el punto final a una, Pink Cadillac man, para la que todavía no hay fecha de publicación, pero que seguramente llegará a las librerías entre finales de este año y principios del que viene. A partir de ahí, estoy trabajando en un par de novelas cortas, una de ambiente medieval y una ucronía distópica, y hay también otro libro de relatos de carácter rural al que le quedan apenas algunos meses de trabajo; unos y otros irán viendo la luz en los próximos años.
Para finalizar, ¿algo que quieras añadir?
Para todos aquellos que quieran seguir mi trabajo, tengo un blog (https://lahogueradeloslibros.wordpress.com/) en el que suelo publicar una selección de mi obra en marcha, que puede consistir en el capítulo de una novela, el artículo de una revista o el último relato que he escrito, y donde también informo sobre mis actividades literarias: presentaciones, encuentros virtuales, etc. Estaré encantado de leer las opiniones de los lectores, que me pueden hacer llegar a través del citado blog o de mi perfil en Facebook o Twitter: @DomingoAlbMtnez.
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