Entrevista Dita Delapluma
- ¿Qué te llevó a escribir novelas eróticas en particular? ¿Hay alguna experiencia personal o razón detrás de esta elección de género?
- ¿Cómo describirías tu proceso creativo al escribir escenas eróticas? ¿Hay alguna técnica o enfoque específico que prefieras utilizar?
- El género erótico a menudo se enfrenta a estereotipos y prejuicios. ¿Cómo abordas estos desafíos al escribir y promover tus obras?
- ¿Qué aspectos consideras más importantes al construir personajes en una novela erótica? ¿Cómo encuentras el equilibrio entre la profundidad psicológica y la excitación sexual?
- La sexualidad es un tema complejo y diverso. ¿Cómo intentas representar la diversidad sexual en tus historias?
- ¿Cuál crees que es el papel del erotismo en la literatura y cómo contribuyen tus obras a este papel?
- ¿Qué tipo de investigación realizas para garantizar la precisión y autenticidad en las escenas eróticas que escribes?
- ¿Cómo manejas la tensión entre el aspecto erótico de tus historias y otros elementos narrativos, como la trama y el desarrollo de personajes?
- ¿Cómo percibes la relación entre el erotismo y el romance en tus novelas? ¿Crees que ambos elementos son inseparables o pueden existir de forma independiente?
- Para finalizar ¿algo que quieras decir?
¿Qué te llevó a escribir novelas eróticas en particular? ¿Hay alguna experiencia personal o razón detrás de esta elección de género?
En mi adolescencia leí algunas obras que incluían escenas eróticas o, cuando menos, lo bastante subidas de tono como para no tener que haberlas leído, como El amante de Lady Chatterley, El color púrpura y un buen número de novelas de la colección Punto Rojo de la extinta Bruguera (espionaje. Siempre metían alguna escenita de cama). Me di cuenta de que había una diferencia abismal entre el erotismo tratado por una mujer o por un hombre. Cuando un hombre trataba el tema, se convertía en un asunto que a mí, como adolescente con cero experiencia, me repelía y asustaba; cuando lo trataba una mujer, así fuese un episodio violento, era descrito con mucha mayor delicadeza, en cambio, si se trataba de un momento agradable se respiraba comodidad y sensualidad. Era algo completamente diferente.
Más tarde, ya con acceso a internet en casa, un día me dio por buscar relatos eróticos en internet. La mayoría, como es de suponer, eran un ASCO. Mal escritos, super tópicos, con personajes planos que basaban toda su personalidad en un pene enorme o unas tetas que llegaban al mes que viene… me dije «¡Por favor, qué basura! ¡Hasta YO podría hacerlo mejor! Espera… ¿he dicho “hasta yo podría”? Lo he dicho». Me decidí a intentarlo, y hasta hoy.
¿Cómo describirías tu proceso creativo al escribir escenas eróticas? ¿Hay alguna técnica o enfoque específico que prefieras utilizar?
He utilizado varios enfoques, desde el absoluto humor, incluyendo rimitas tontas a otros puntos de vista más serios; el narrador omnisciente, la primera persona… lo que procuro no perder de vista es la ternura y el humor. He escrito escenas de sexo forzado en las que la protagonista luchaba contra su propio deseo para acabar abriéndose y gozando, y no me han dejado tan buen sabor de boca como aquellas en las que todo el mundo estaba de acuerdo.
Mi proceso creativo en realidad es simple: té, cuaderno y lápiz. Puede que me haga un pequeño esquema mental para saber de dónde quiero salir, a dónde quiero llegar y por dónde tengo que pasar, pero el trabajo importante lo hace el lápiz. Uno escribe, rellena páginas y después lo pasa a limpio. En esa reescritura, ya a ordenador, va quitando lo que sobra o añadiendo lo que falta. Después, el relato se deja reposar al menos un día o dos, porque aquí pasa como esas ideas que te vienen antes de dormir, que te parecen LA PERA y a la mañana siguiente te das cuenta de que eran una chorrada: hay que dejar reposar el relato para, cuando lo vuelvas a leer, ver si realmente funciona. Si no, hay que volver al paso dos: reescritura. Si es que sí, se le da la relectura final para las cosillas que sea preciso corregir y se da por concluido.
Procuro no pensar en ello. De veras. Como bien dices, el erotismo ya tiene suficientes prejuicios como para que venga yo a ponerle más; con los antecedentes de ansiedad y síndrome del impostor que tengo, si me pusiese prejuicios, ¡no terminaría nunca!
Lo que sí intento es hacer a mis personajes propios y únicos. Mucha gente tiende a creer que el erotismo sólo reside en el glamour, en la perfección, en los cuerpos de revista y los momentos de película. Que un momento verdaderamente erótico exige una chimenea, champán, sábanas de seda, luna llena, depilación integral y lencería de encaje. Y no es verdad. El erotismo viene dado por el deseo y este puede recaer en un hombre gordo, en una mujer con el pecho caído y estrías en el vientre, en una habitación con papel pintado que se desencola por las esquinas con angelotes de cerámica de facciones rotas colgados en las paredes. Lo que me gusta hacer pensar a mis lectores es eso: que en mis novelas no van a encontrar a un millonario con la cara de Henry Cavill que lleve a nadie de paseo en su helicóptero privado, ni a una mujer estilo Sofía Vergara que se convierta en su esclava sexual; van a encontrar a personas que quizá parezcan anodinas pero que se convertirán en fieras sexuales y harán que sus compañeros de juegos vivan el mejor sexo de sus vidas. ¿Por qué? Pues no por cosas como el dinero o el físico, sino por cosas como la complicidad, la escucha, la comunicación, la química. Porque a mi modo de ver, eso es lo que hace saltar de verdad la chispa.
¿Qué aspectos consideras más importantes al construir personajes en una novela erótica? ¿Cómo encuentras el equilibrio entre la profundidad psicológica y la excitación sexual?
El pasado. Una persona ha llegado a ser quien es hoy debido a las experiencias que tuvo ayer. Un personaje debe tener un pasado para poder tener un futuro, y, obviamente, no será la misma persona si ha tenido una vida regalada que si ha tenido que luchar como un mulo. También esas dificultades le harán atractivo y complejo. Y naturalmente, sus aspiraciones, entre las que el sexo estará de una u otra manera. Puede que desee fervientemente unirse a alguien en concreto o que piense que su etapa sexual se ha terminado y ya no va a volver a estar con nadie…
Para mí, van ligadas. Una persona siempre tiene presente el sexo de la misma forma que tiene presente siempre su alimentación o sus aficiones. Por eso intento que mis personajes hablen de sí mismos, actúen y “caigan bien”. Por más que yo maneje el teclado, es el lector quien se hará la imagen mental del personaje; es mi trabajo decirle cómo es e intentar que sea agradable, que sea atrayente, que el lector tenga ganas de ver qué va a sucederle tanto en el ámbito erótico como en cualquier otro que acompañe al relato.
La sexualidad es un tema complejo y diverso. ¿Cómo intentas representar la diversidad sexual en tus historias?
Esto es algo que ahora estoy haciendo casi por primera vez. Antes, me limitaba -mal hecho- al sexo heterosexual porque era el que conocía y consideraba que el sexo LGTBI no debía tocarlo por respeto al colectivo. Que era meterme donde no me llamaban. Esa mal entendida prudencia me coartó. Lo que hice fue documentarme leyendo a otros autores, mirando a los que ya había leído con otros ojos (en obras como El retrato de Dorian Gray o El conde de MonteCristo encontramos buenos ejemplos de atracción romántica entre personajes del mismo sexo, y ya si nos vamos al Marqués de Sade o a los autores manga de yaoi-yuri, el filón es inagotable) y ahora estoy escribiendo una novela de personajes abiertamente bisexuales.
¿Cuál crees que es el papel del erotismo en la literatura y cómo contribuyen tus obras a este papel?
El erotismo en la literatura siempre ha estado un poquito oculto, se ha considerado mal, que si “literatura indecente”, que si “leer con una sola mano no es leer”, que si “son libros de usar y tirar”… sin embargo, no podemos olvidar que la pulsión erótica es intrínseca al ser humano, ocultarla no tiene ningún motivo salvo si hablamos de menores de edad. La literatura erótica (ya sea abiertamente erótica o con pasajes eróticos en una obra de otro género, algo que encontramos en Los pilares de la tierra, por ejemplo) está destinada a remover conciencias. A abofetear moralidades rancias y cambiar el modo de pensar. A normalizar actitudes que en realidad siempre han sido normales pero que hemos revestido de pecado e inmoralidad.
Lo que me gustaría como contribución a la literatura erótica (o “literótica” como a veces la llamo) es demostrar que, igual que otro tipo de obras o cuentos, puede ser leída y disfrutada más de una vez. Que puede aportar una historia, unos personajes y una prosa lo bastante atrayentes como para seguir siéndolo más allá del desahogo físico.
¿Qué tipo de investigación realizas para garantizar la precisión y autenticidad en las escenas eróticas que escribes?
Hombre, una tiene su poquito de experiencia 😊 pero sobre todo, lógica y relectura, mucha corrección y trabajo posterior. A veces estás escribiendo y, con el entusiasmo del momento, no te das cuenta de que un personaje de pronto tiene tres brazos o está volando, o… A veces tengo que dibujarme la escena en un papel (con monigotes, nada elaborado) para ver realmente cómo queda y si es no sólo posible, sino cómoda y mantenible en el tiempo. Que en el porno todo el mundo es contorsionista, pero en la vida real, no.
Una cosa que no dudo en usar es la torpeza. Parece una tontería que puede sacar de lugar, pero es utilísima y dota de una humanidad a los personajes que les hace queribles, así me lo han dicho. Huir de la perfección absoluta y mostrar a personajes a los que a lo mejor les da un tirón el gemelo, o la cama se hunde, o alguien resbala y se cae de culo, y cómo su pareja reacciona con risas y ternura. Porque son cosas que uno no va a ver en Emmanuelle (cinta aburrida donde las haya), pero que yo creo que a todos nos han pasado y acerca mucho la narración.
¿Cómo manejas la tensión entre el aspecto erótico de tus historias y otros elementos narrativos, como la trama y el desarrollo de personajes?
Dando a cada momento su espacio. Los protagonistas pueden estar deseando lanzarse el uno en brazos del otro, pero en ese momento uno está empujando un carrito por los pasillos del súper y otro está colocando los huevos en el stand; no pueden. Añadamos ahora que han desaparecido productos de la tienda y el personaje que trabaja en ella ha sido encargado de averiguar de quién se trata antes de llamar a la policía porque la dirección de la tienda no quiere escándalos; el trabajador se debate entre sospechar de su amante, desearle y tratar de encontrar al ladrón. Hay un momento para que reúna pistas e investigue, y otro momento para que se escapen al almacén y se den un revolcón. Cada tensión ha de ir por su lado y pueden rozarse, deben rozarse de hecho para dar cabida al morbo, a la expectación… pero es preciso ofrecer al lector un conflicto separado del sexo, que pueda funcionar sin sexo. Sólo de ese modo tenemos un relato completo y que funciona. Sin ello, tenemos una masturbación narrada, nada más.
¿Cómo percibes la relación entre el erotismo y el romance en tus novelas? ¿Crees que ambos elementos son inseparables o pueden existir de forma independiente?
Para mí tiene que existir, si no romance, al menos simpatía. Los personajes tienen que tener aunque sea una amistad, una relación cordial que les acerque. Una relación de sexo vacío produce también un relato vacío que no da para más capítulos. Sólo a través de la relación humana, llámese romance, llámese amistad, se produce una verdadera complicidad que da sabor al relato y nos ofrece la posibilidad de usar a esos personajes en otras ocasiones. Si una pareja de desconocidos tienen un calentón y pegan un polvo -con perdón- en los baños de una discoteca, podemos sacarle un poco de jugo hablando de la futilidad, de las motivaciones, de cómo quizá ese polvo rápido les hizo después tomar decisiones… pero ellos, como pareja, se han quedado ahí. La única manera de sacar más relatos de ellos, es que vuelvan a encontrarse, se conozcan y eso dé pie a otras situaciones.
En definitiva: se puede hacer un relato entre personajes que no sienten nada el uno hacia el otro, entre perfectos desconocidos, siempre y cuando no vayas a volver a utilizarlos.
Para finalizar ¿algo que quieras decir?
Sí: por favor, queridos lectores, no prejuzguéis la literatura erótica como algo baratito para pajilleros si lo escriben hombres o “porno para mamás” si lo escribimos mujeres. El mundo del erotismo escrito es tan inmenso como la propia literatura, somos muchos los autores que lo trabajamos, lo cuidamos y mimamos para daros algo realmente meritorio. No sientas vergüenza ni dejes que otro piense por ti. Averigua por ti mismo si te gusta, y eso sólo lo conseguirás leyendo.
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