Entrevista Manuel R. Lavado

Entrevista Manuel R. Lavado
Índice
  1. ¿Qué te inspiró a ambientar Caníbales del Orinoco en el Orinoco virreinal del siglo XVIII? ¿Qué te atrajo de ese contexto histórico?
  2. ¿Cómo nació el personaje de Javier Periáñez? ¿Está inspirado en alguna figura histórica o es completamente ficticio?
  3. En la novela combinas hechos históricos con elementos de aventura y ficción. ¿Qué investigación realizaste para recrear fielmente esta época?
  4. ¿Qué desafíos enfrentaste al escribir sobre un territorio tan complejo como el Orinoco, con su geografía hostil y sus diversas culturas indígenas?
  5. El choque de culturas es un tema central en el libro. ¿Qué te interesa transmitir a los lectores sobre esta tensión entre los españoles y los pueblos indígenas?
  6. ¿Cómo fue el proceso de entrelazar la historia de los ataques caníbales con una trama de conspiraciones políticas y traición? ¿Fue algo planeado desde el inicio?
  7. ¿Qué aspectos del carácter de Periáñez te resultaron más interesantes para desarrollar a lo largo de la historia?
  8. ¿Cuál fue el reto más grande al escribir las escenas de acción, como la batalla naval o las incursiones en la selva?
  9. ¿Cómo te documentaste sobre las misiones católicas y el papel de la Iglesia en la selva venezolana en esa época?
  10. Para finalizar, ¿algo que quieras decir a los lectores?

¿Qué te inspiró a ambientar Caníbales del Orinoco en el Orinoco virreinal del siglo XVIII? ¿Qué te atrajo de ese contexto histórico?

La novela se sitúa en un momento crucial de la historia: el final de la Guerra de Independencia de Estados Unidos y los primeros signos de cambio en el orden mundial. Es un periodo fascinante porque marca la transición del Antiguo Régimen hacia una nueva era. En el Virreinato, los intereses de criollos, indígenas, la monarquía española y la Iglesia empezaban a chocar, y las logias masónicas comenzaban a tomar fuerza. Todo esto mientras imperios como el británico intentaban debilitar a España. Me parece una época extraordinariamente compleja y, al mismo tiempo, poco explorada, tanto en España como en América.

¿Cómo nació el personaje de Javier Periáñez? ¿Está inspirado en alguna figura histórica o es completamente ficticio?

Javier Periáñez es una creación ficticia, pero inspirado en esos grandes marinos de la Armada española ilustrada. Durante el siglo XVIII, España no solo construía algunos de los mejores barcos del mundo, sino que sus marinos eran hombres que combinaban valentía y curiosidad científica. Represento a Periáñez como uno de esos personajes que, con una mezcla de coraje e intelecto, formaron parte del gran legado español en la civilización occidental.

En la novela combinas hechos históricos con elementos de aventura y ficción. ¿Qué investigación realizaste para recrear fielmente esta época?

Para que la novela fuera lo más auténtica posible, me sumergí en un trabajo de investigación exhaustivo, utilizando tanto fuentes primarias como secundarias. Las actas de los visitadores de la Corona a las misiones fueron esenciales para entender los retos que enfrentaban en la protección de las tierras de los nativos. Estas tierras estaban protegidas por las Leyes de Indias, que prohibían su ocupación, pero en la práctica, los intereses de los criollos y las élites locales desafiaban esa normativa. La Corona intentaba hacer cumplir las leyes, pero no siempre era posible evitar los abusos. Estos conflictos de poder y los intereses cruzados me parecieron elementos fascinantes para desarrollar en la trama, ya que reflejan una tensión histórica real que añade profundidad a la aventura.

¿Qué desafíos enfrentaste al escribir sobre un territorio tan complejo como el Orinoco, con su geografía hostil y sus diversas culturas indígenas?

El Orinoco del siglo XVIII era una tierra salvaje, donde los límites entre culturas y poderes políticos se desdibujaban. Lo más interesante de este escenario es que, aunque solemos pensar en españoles, criollos e indígenas como bloques homogéneos, la realidad era mucho más diversa y caótica. Algunas tribus indígenas se hispanizaron y adoptaron la religión católica, mientras que otras mantuvieron sus creencias y formas de vida ancestrales. Aún más intrigante es el caso de ciertas tribus caribes, que no solo sojuzgaron a otros pueblos indígenas, sino que en ocasiones colaboraban con los enemigos de la Corona española. Reflejar estas tensiones y la complejidad de las relaciones entre estos grupos fue un desafío fascinante. Quise que el lector se adentrara en un mundo en el que las alianzas y traiciones eran parte de la vida diaria, donde la geografía implacable y la diversidad cultural añadían una capa de incertidumbre constante.

El choque de culturas es un tema central en el libro. ¿Qué te interesa transmitir a los lectores sobre esta tensión entre los españoles y los pueblos indígenas?

Evangelizar un territorio como el Orinoco fue una tarea hercúlea. Los misioneros se enfrentaron a pueblos con modos de vida completamente distintos. Algunos eran semisedentarios, otros nómadas, y otros incluso practicaban costumbres bárbaras como el canibalismo. Quise que el lector sintiera esa fricción, esa lucha por conciliar mundos que chocaban en todos los sentidos. Por ejemplo, ideas como la propiedad privada o el ahorro a largo plazo fueron novedosas para los nativos y no siempre las lograron entender del todo.

¿Cómo fue el proceso de entrelazar la historia de los ataques caníbales con una trama de conspiraciones políticas y traición? ¿Fue algo planeado desde el inicio?

Me considero un arquitecto de historias, alguien que planifica el final antes de comenzar. Sin embargo, con Caníbales del Orinoco, dejé que la trama se fuera desarrollando con libertad. Investigué sobre los conflictos territoriales, las usurpaciones de tierras y las presiones políticas de los comerciantes, y poco a poco fui integrando estos elementos hasta que todo encajó.

¿Qué aspectos del carácter de Periáñez te resultaron más interesantes para desarrollar a lo largo de la historia?

No me gustan los personajes planos, y las novelas de aventuras a veces caen en esa categoría. Quise darle a Periáñez un pasado complejo, una historia que influyera en sus decisiones y lo convirtiera en un personaje más humano. Creo que, al hacerlo, logré que el lector conectara mejor con él, sintiendo sus dilemas y sus dudas.

¿Cuál fue el reto más grande al escribir las escenas de acción, como la batalla naval o las incursiones en la selva?

Las batallas navales y las incursiones en la selva requieren un equilibrio muy delicado. Quería ser fiel a los detalles históricos y técnicos, pero sin abrumar al lector con jerga que lo alejara de la historia. Me aseguré de que la acción fuera realista, sin perder la emoción y el ritmo que requiere una novela de aventuras. Lo más importante para mí fue mantener la verosimilitud, incluso si eso contradecía algunas expectativas del lector.

¿Cómo te documentaste sobre las misiones católicas y el papel de la Iglesia en la selva venezolana en esa época?

Las obras etnográficas, como la del padre Gumilla, y los relatos de viajeros como Alexander von Humboldt fueron clave en mi proceso de documentación. El Orinoco defendido de Gumilla me ayudó mucho a comprender las costumbres de los pueblos indígenas, y Humboldt aportó una visión muy rica de la geografía y naturaleza de la región. Quería que el lector respirara el aire saturado de la selva, que pudiera sumergirse en ese ambiente tan hostil y fascinante.

Para finalizar, ¿algo que quieras decir a los lectores?

Me gustaría invitar a los lectores a adentrarse en el Orinoco del siglo XVIII. Es un viaje lleno de aventuras, pero también de reflexión sobre un mundo en transición, donde la supervivencia, la lealtad y la traición van de la mano. Caníbales del Orinoco es mucho más que una novela histórica; es una exploración de la complejidad humana en un contexto que, aunque lejano, resuena aún hoy.

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